Cuando era pequeña, vivía en una casita con mis padres y mis dos hermanas. Todas las noches después de la cena, mi padre siempre sacaba la basura que siempre estaba llena después de solo un día de uso. Como niña, nunca me molestó. Pensé que tener tanto desperdicio era normal. Y en el tiempo en que estaba creciendo, lo era. Pero en el año 2020, con un marido y un hogar propio, es raro que llenemos el bote de basura cada día. ¿Cuáles son las diferencias entre el estilo de vida de mis padres en los años noventa y lo mío hoy en día?
Hay una de gran importancia.
Organizamos la basura en tres categorías: el abono orgánico, el producto reciclable y la basura verdadera.
Estimo que aproximadamente 40 por ciento de nuestra basura se reutiliza como abono orgánico (comemos mucha comida fresca). Porque aún no tenemos un jardín propio, lo donamos a las personas que poseen la propiedad en la que vivimos.
Más o menos 40 por ciento de nuestros desperdicios son hechos de productos reciclables. Agraciadamente, es la ley reciclar donde vivimos.
Queda aproximadamente 20 por ciento de basura, la que no es reutilizable en cualquier forma. Menos de un cuarto de nuestros desperdicios van al vertedero.
Ahora, imagine un mundo donde todos se tomen el tiempo para organizar su basura. Marcaría una gran diferencia. Se podría usar el abono orgánico en los canteros o jardines, o se podría donarlo a las granjas locales. En las comunidades donde el reciclaje no es obligatorio, es necesario alentar al gobierno local a implementarlo como servicio esencial. Esto es un pasito hacia una vida, una comunidad y un planeta sostenible.
la sostenibilidad es el futuro. 